Hondo pesar en toda la comunidad náutica por el fallecimiento de “El Mono” Da Milano a los 77 años. Eterno personaje del mundo náutico, experto marinero y navegante.

 

Alejandro “El Mono” Da Milano es considerado como el mayor conocedor de los mares del sur. Antes de sufrir un ACV que lo alejó de sus pasiones, llevó a muchísimos científicos a la Antártida y sorteó todos los desafiantes canales de Tierra del Fuego.

“De Sudamérica elegiría las Malvinas para vivir, es un lugar muy agradable donde se respeta a todo el mundo, el mar está ahí, se puede navegar libremente, la gente va y viene”, dijo el Mono hace un tiempo en la revista Barcos.

En abril de 2004, el Diario La Nación publicó un artículo sobre Da Milano que se tituló “De Ushuaia al Cabo de Hornos”Aquí lo reproducimos:

Igual que a Paul Gauguin o a Robert Louis Stevenson, a Alejandro Da Milano también se le metió un buen día entre ceja y ceja dejarlo todo y embarcarse rumbo a la isla polinesia de Tahití. Pero a diferencia del pintor francés y del novelista británico, el Mono no necesitó buscarse una embarcación para cumplir ese repentino afán viajero. Le bastó con hacer acopio de ganas, izar las velas de su Mago Segundo y, desde el Río de La Plata, enfilar la proa con dirección a las aguas más australes del continente americano. Al llegar al cabo de Hornos, sucedió algo imprevisto: una especie de imán retuvo a Da Milano, un avezado marinero, dicho sea de paso, en el punto que comunica los océanos Atlántico y Pacífico; una fuerza poderosa a tal extremo que todavía hoy, diez años después de aquel episodio, nuestro marinero sigue navegando morosamente por las aguas del fin el mundo.

La fascinación del Mono Da Milano por la geografía magnética de la isla de los Estados, el canal de Murray o el mar de Drake no parece haber mudado ni un ápice en todo este tiempo. Lo único distinto es que Da Milano –un hombretón de ojos azul atlántico y melena cana y leonina; espaldas anchas de titán– ha tenido que ingeniárselas para encontrar un modus vivendi que le permita permanecer anclado como quiere en los alrededores del cabo de Hornos. La empresa, en verdad, no lo ha tomado por sorpresa al patrón del Mago: durante décadas, el Mono había conseguido vivir del mar alternando su participación en regatas internacionales con la prestación de un servicio de piloto para marineros aficionados (cuenta que se dedicaba a trasladar por encargo embarcaciones de recreo entre distintos puertos: de Buenos Aires a Río de Janeiro, de Antigua, en el Caribe, a Punta del Este…). Por eso, y visto lo visto, el plan urdido por el Da Milano resulta bastante adivinable: ahora vive de organizar travesías marítimas desde Ushuaia para gentes deseosas de emular al capitán Fitz Roy o al científico Charles Darwin, por citar tan sólo dos de los nombres que han hecho famosa la zona. También, siempre y cuando los aventureros ocasionales dispongan de arrestos suficientes, de organizar viajes que se aventuran hasta la Antártida.

Alejandro Da Milano lleva tantos años subido a un barco –el último, un velero de 16,30 metros de eslora y 4,8 de manga, bautizado Mago del Sur y que construyó con sus manos– que difícilmente es capaz de concebir una vida distinta de la que lleva. “A estas alturas ya no sé si me gusta navegar. Sólo sé que para mí es lo más natural: tanto o más que caminar”, dice.

Alejandro “El Mono” Damilano había nacido el 22 de mayo de 1944 en San Isidro. Jugador de Alumni, brilló en el rugbier donde era conocido como “el colo”. Luego, prácticamente dedicó su vida a la navegación, siendo uno de los referentes marino de los mares del sur. Falleció el martes 27 de julio de 2021, tenía 77 años.

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