Barnizar nuestro barco y conseguir un resultado espectacular tiene sus secretos pero lo fundamental es la paciencia. Diego Yriarte nos cuenta lo que hay que hacer.

Limpiar, lijar, barnizar; volver a lijar y volver a limpiar, volver a barnizar. Los resultados dependen de los materiales, el proceso y la paciencia, o de pagarle a un profesional para que lo haga. De una forma u otra, conocer el procedimiento puede darnos una gran satisfacción propia, o saber por lo que estamos pagando.

Es muy agradable ver la veta de la madera, sus formas, su color y brillo, la calidez que nos ofrece; pero, llegada la hora del mantenimiento los resultados no siempre son como nos lo imaginamos, como un profesional, o como el barco de al lado. Los rayos UV y la sal del mar son los principales agentes de deterioro. Barnizar, es un procedimiento que puede entrar en la categoría de bricolaje y si contamos con el tiempo y la paciencia suficiente, su resultado puede enorgullecernos o hacernos gastar dinero infructuosamente. Lo mismo si pagamos por ello.

Lo cierto es que es muy desagradable tener a bordo maderas deslucidas, barnices descascarados, cuarteados, que llevan al inevitable deterioro de la madera, a manchas irreversibles e irremediable aumento del presupuesto para que la madera vuelva a lucir como nueva. También es verdad que, dependiendo de la cantidad de madera barnizada, se suele decir que se comienza por proa y cuando acabamos la popa hemos de volver a hacer la proa… quizá este concepto sea un poco exagerado o que el barco no está cuidado como corresponde. En tal caso, un poco de observación nos llevará a la conclusión de que los barcos clásicos de barnices y bronces relucientes siempre tienen diversas lonas que los protegen, y al regresar de una navegación, el desalado es imprescindible. Dicho esto, una vez más y como casi siempre en el mar, la previsión es la clave.

Barnizar el barco: ¿Por dónde empezar?

Una vez decididos a hacer los barnices primero hemos de identificar en qué estado se encuentran, cuales están más deteriorados o si hay que hacer una limpieza más a fondo. Por otra parte, es importante pedir asesoramiento profesional a la hora de elegir el barniz que utilizaremos según el tipo de madera que queramos barnizar. A grandes rasgos, encontraremos de dos tipos: barniz de poliuretano, de dos componentes que ofrece un acabado muy resistente, o barnices sintéticos, el típico barniz marino que puede tener un acabado brillante o satinado. Según la marca y aplicaciones existen diversos tipos de diluyentes, inclusive los que se diluyen al agua. Estos conceptos nos serán útiles tanto para el interior como para el exterior; aunque, al trabajar en el interior es necesario contar con una buena ventilación.

Preparar la superficie

A la hora de comenzar a trabajar, para proteger las superficies lindantes es importante encintar el perímetro teniendo en cuenta que hay cintas especiales, más o menos adherentes, y es importante no dejarlas colocadas mucho tiempo o al sol, pues luego serán más difíciles de retirar o pueden dejar restos.

Si realizamos una operación de mantenimiento es suficiente con pasar una lija fina de granulometría 320/400, para que el barniz nuevo se adhiera correctamente. Si el lijado es más profundo comenzaremos con lijas más gruesas, 180/220, pero siempre realizando la tarea con mucho cuidado. Según el tamaño de la superficie se pueden utilizar medios mecánicos, pero si se puede hacer a mano y con paciencia es mejor. En realidad, la paciencia ha de estar presente en todo momento y es la mejor garantía de un acabado impecable.

Cuando tengamos la superficie lijada y limpia tenemos que asegurarnos de contar con los materiales que vamos a utilizar para que no nos falte nada. Las condiciones meteorológicas son de vital importancia para lograr un buen acabado. La temperatura ha de ser superior a 5 grados y no ha de superar los 20 y, dentro de lo posible, hemos de trabajar a la sombra. También es importante la humedad ambiente que no ha de ser superior al 65%. Es ideal preparar las superficie y comenzar a pintar por la mañana para que seque durante el día, si lo hiciéramos por la tarde corremos el riesgo de que la humedad nocturna afecte el brillo del acabado. Según las condiciones ambientales es posible aplicar hasta 3 capas en un día. El viento puede ser un inconveniente porque puede depositar partículas de polvo.

Mano a mano

Una vez reunidos todos lo materiales nos disponemos a dar la primera mano de barniz. Es aconsejable abrir la lata con cuidado y remover con un palo ( se puede encintar para evitar que desprenda alguna astilla o suciedad) no batir la lata o remover con el pincel para evitar que se formen burbujas. También hemos de utilizar una cubeta para usar solo la cantidad necesaria y que no se seque el resto del contenido, por lo tanto, no es aconsejable mojar el pincel directamente en la lata.

Para la primera mano, si hemos lijado hasta llegar a la madera, podemos utilizar rodillo o un pincel de cerdas cortas y diluir al 5% para que el barniz penetre con mayor eficiencia. Lo ideal es en esta primera mano pintar en el sentido de las vetas de la madera. Para las siguientes capas es mejor utilizar un pincel de cerdas largas y compactas que dejan menos marca. Dejar secar de acuerdo a las indicaciones del producto y la temperatura ambiente. Una vez seca, daremos una lija fina, 400 o aun más fina, también se pueden utilizar esponjas abrasivas. A esta acción se le llama matizar y es necesaria para que la siguiente mano de barniz se adhiera correctamente; además, sirve para emparejar la superficie.

La siguiente mano de barniz la daremos en el sentido contrario a la anterior, y así sucesivamente, para “peinar” la superficie. Después de cada mano es necesario matizar nuevamente y siempre limpiar bien la superficie con un trapo seco y limpio, en lo posible que no deje pelusas, y utilizar alcohol de quemar, que se evapora rápido, no deja residuos y no actúa como diluyente. Por lo general, con cuatro ó cinco capas es suficiente, pero he visto barnizados con más de diez capas y el resultado es magnífico, como si tuviera una capa de cristal sobre la madera.

Trucos, hay casi tantos como buenos pintores, por ejemplo, hay quien utiliza rodillo o pincel, o inclusive pistola de presión. También hay quien utiliza un diluyente cuyo porcentaje se va reduciendo con cada capa, excepto la última que vuelve a tener el mismo porcentaje de la primera; es decir, más diluido, para que las cerdas del pincel no dejen marca. Pero eso si, el mejor truco que he visto es aplicar paciencia, mucha paciencia.

Por Diego Yriarte / Fuente: Cosa de Barcos

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